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Mª Eugenia Aubet Semmler en Cerro del Villar, 1997 (fuente: Ñito Salas)

El pasado sábado, 17 de febrero de 2024, falleció la profesora Aubet Semmler. Nos dejó María Eugenia.

Las numerosas reacciones de condolencia y reconocimiento que se han producido desde entonces, y a las que ahora nos unimos, dan ya idea de su enorme estatura científica y humana, difícil de glosar. Sus méritos como investigadora señera de la protohistoria mediterránea y como protagonista pionera de la arqueología fenicio-púnica se reflejan por fortuna en sus numerosas publicaciones (alguna, como la célebre “Tiro y las colonias fenicias de Occidente”, auténtica forja de vocaciones); pero se extienden mucho más allá, pues su trabajo resultó, de múltiples maneras, precursor y seminal. Para los orientalistas españoles, supuso un constante apoyo, tanto científico como académico, tanto general como concreto. María Eugenia comprendió la necesidad de romper con las perspectivas y formaciones excesivamente localistas al acometer problemas –como el fenómeno orientalizante o la colonización fenicia– necesitados de integraciones y perspectivas mucho más amplias. Defendió por ello con convencimiento un mayor y mejor desarrollo de los estudios próximo-orientales en el país; cultivó la colaboración con diferentes especialistas del campo y sostuvo con generosidad (la derrochaba) a quienes se formaban en él.

Y predicó con el ejemplo: su proverbial coherencia la llevó al estudio de las antiguas sociedades orientales, que tanto investigó en Occidente, también en el Levante. Como en todos los lugares y ambientes en los que se desenvolvió, estableció allí contactos duraderos que desbordaban el mero marco profesional. Sus años de impecable trabajo en Tiro (primero en la necrópolis de al-Bass, después en el corazón de la ciudad) junto a su compromiso con el lugar, su patrimonio y, sobre todo, sus gentes, la convirtieron en un referente no sólo para los arqueólogos de la disciplina, sino para todos los que se atrevían y aún se atreven a desarrollar misiones y excavaciones en las regiones del Próximo Oriente; y en una figura grata y respetada para todos aquellos que la recibían y trataban.

Sus inquietudes por comprender de forma no superficial las complejas dinámicas de la historia mediterránea la llevaron a ampliar sus horizontes próximo-orientales, como plasmó en su libro “Comercio y colonialismo en el Próximo Oriente Antiguo. Los antecedentes coloniales del III y II milenios a. C”, en el que daba además muestra de su constante voluntad de trascender la mera erudición especializada para afrontar cuestiones históricas de calado social y proyección presente.

Porque fue mujer de claras convicciones políticas, siempre del lado de los débiles; pero nunca con aspavientos o sectarismos, sino dialogante, discreta. Con discreción llevó también las últimas complicaciones de su mala salud de hierro; y se fue con entereza, para sorpresa y congoja de sus muchos amigos y colegas. Buscamos ahora consuelo en su memoria y en su obra, un precioso recuerdo y un rico legado que, también aquí, queremos agradecerle.

José Ángel Zamora

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